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Poder político y eutaxia |
“Una de las grandes -si no la mayor- tragedias del hombre moderno es que hoy, dominado por la fuerza de los mitos y dirigido por la publicidad organizada -ideológica o no- renuncia cada vez más sin saberlo, a su capacidad de decidir. Esta siendo expulsado de la órbita de las decisiones. El hombre simple no capta las tareas propias de su época, le son presentadas por una élite que las interpreta y se las entrega en forma de receta, de prescripción a ser seguida”.
Paulo Freire
Anónimo
«Eutaxia» ha de ser entendida aquí en su contexto formalmente político, y no en un contexto ético o moral («buen orden» como orden social, justo, según los criterios).
«Buen orden» dice en el contexto político, sobre todo, buen ordenamiento, en donde «bueno» significa capaz (en potencia o virtud) para mantenerse en el curso del tiempo.
En este sentido, la eutaxia encuentra su mejor medida, si se trata como magnitud, en la duración.
Cabe pensar en un sistema político dotado de un alto grado de eutaxia pero fundamentalmente injusto desde el punto de vista moral, si es que los súbditos se han identificado con el régimen, porque se les ha administrado algún «opio del pueblo» o por otros motivos.
Definiríamos la eutaxia como una relación circular, propiamente como un conjunto de relaciones entre el sistema proléptico (planes y programas) vigente en una sociedad política en un momento dado y el proceso efectivo real según el cual tal sociedad, dentro del sistema funcional correspondiente, se desenvuelve.
El carácter circular de la relación significa que las posiciones reales cumplidas por la sociedad política son valores de variables que han de incorporarse al sistema proléptico o, dicho de otro modo, que hay una re-alimentación entre el sistema proléptico y el curso efectivo de la sociedad política.
El sistema proléptico sólo puede alcanzar el estatuto de un sistema de fenómenos hasta tanto su realización social efectiva (fisicalista etico) tenga lugar; la condición, intencionalmente esencial, de la eutaxia se satisface en la misma conexión entre el sistema fenoménico-proléptico y las realizaciones efectivas de la sociedad eutáxica.
Una sociedad que se desenvuelve al margen de cualquier sistema proléptico y fenoménico global, incluso cuando logre alcanzar, por hipótesis prácticamente absurda, un régimen procesual estacionario o equilibrado (comparable al de un enjambre sano) no podría considerarse eutáxica.
Una sociedad que se desenvolviese en función de un sistema proléptico inviable (por ejemplo, ciertos planes quinquenales erróneamente y utópicamente diseñados) tampoco es una sociedad eutáxica aun cuando alcance eventualmente algún momento transitorio de plenitud aparente.
«Buen orden» dice en el contexto político, sobre todo, buen ordenamiento, en donde «bueno» significa capaz (en potencia o virtud) para mantenerse en el curso del tiempo.
En este sentido, la eutaxia encuentra su mejor medida, si se trata como magnitud, en la duración.
Cabe pensar en un sistema político dotado de un alto grado de eutaxia pero fundamentalmente injusto desde el punto de vista moral, si es que los súbditos se han identificado con el régimen, porque se les ha administrado algún «opio del pueblo» o por otros motivos.
Definiríamos la eutaxia como una relación circular, propiamente como un conjunto de relaciones entre el sistema proléptico (planes y programas) vigente en una sociedad política en un momento dado y el proceso efectivo real según el cual tal sociedad, dentro del sistema funcional correspondiente, se desenvuelve.
El carácter circular de la relación significa que las posiciones reales cumplidas por la sociedad política son valores de variables que han de incorporarse al sistema proléptico o, dicho de otro modo, que hay una re-alimentación entre el sistema proléptico y el curso efectivo de la sociedad política.
El sistema proléptico sólo puede alcanzar el estatuto de un sistema de fenómenos hasta tanto su realización social efectiva (fisicalista etico) tenga lugar; la condición, intencionalmente esencial, de la eutaxia se satisface en la misma conexión entre el sistema fenoménico-proléptico y las realizaciones efectivas de la sociedad eutáxica.
Una sociedad que se desenvuelve al margen de cualquier sistema proléptico y fenoménico global, incluso cuando logre alcanzar, por hipótesis prácticamente absurda, un régimen procesual estacionario o equilibrado (comparable al de un enjambre sano) no podría considerarse eutáxica.
Una sociedad que se desenvolviese en función de un sistema proléptico inviable (por ejemplo, ciertos planes quinquenales erróneamente y utópicamente diseñados) tampoco es una sociedad eutáxica aun cuando alcance eventualmente algún momento transitorio de plenitud aparente.
Anónimo
Eu-: buen; taxis: orden
Unidad global resultante del proceso mediante el cual una parte (gobernante) de la sociedad es capaz de hacer converger en torno a sí otras partes (gobernadas), en principio divergentes, de la sociedad, de tal manera que tal unidad global resultante es el núcleo mismo de la sociedad política, y cuyo mantenimiento (duración) es la esencia de la política.
Así el núcleo de la sociedad política es el ejercicio del poder que se orienta objetivamente a la eutaxia de una sociedad según la diversidad de sus capas (conjuntiva, basal y cortical).
Unidad global resultante del proceso mediante el cual una parte (gobernante) de la sociedad es capaz de hacer converger en torno a sí otras partes (gobernadas), en principio divergentes, de la sociedad, de tal manera que tal unidad global resultante es el núcleo mismo de la sociedad política, y cuyo mantenimiento (duración) es la esencia de la política.
Así el núcleo de la sociedad política es el ejercicio del poder que se orienta objetivamente a la eutaxia de una sociedad según la diversidad de sus capas (conjuntiva, basal y cortical).
Anónimo
Los aristócratas son de dos bandos: derecha e izquierdas.
Si hay eutaxia, ¿qué importa que haya o no democracia?
Si hay eutaxia, ¿qué importa que haya o no democracia?
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