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Distinción entre diferenciación y disociación |
Quien aspira a ideales sublimes, lo hace porque ellos forman el contenido de su ser, y su realización será para él un gozo en comparación con el cual, el placer por la pobre satisfacción de los impulsos cotidianos es insignificante. Los idealistas se deleitan espiritualmente convirtiendo en realidad sus ideales. Quien quiera erradicar el placer de la satisfacción del deseo humano, tendrá primero que hacer esclavo al hombre para que no actúe porque quiere, sino porque debe. Pues la consecución de lo que se quiere, da placer. Lo que se llama el Bien no es lo que el hombre debe sino lo que quiere, si desarrolla su total y verdadera naturaleza humana. Quien no reconozca esto tendrá primero que quitarle al hombre lo que él quiere, para prescribirle después desde afuera el contenido que debe dar a su querer.
Quien parta de este punto de vista podrá fácilmente indicar la dirección que el actuar humano tiene que tomar para contribuir por su parte al bien del mundo. El hombre sólo ha de intentar conocer la voluntad de Dios y actuar de acuerdo con ella. Si conoce las intenciones de Dios para el mundo y para la humanidad, obrará correctamente. Y se sentirá feliz de poder contribuir con su actuación al bien general. Por lo tanto, desde el punto de vista del optimismo, la vida merece ser vivida. Tiene que estimularnos a tomar parte activa en ella.
Schopenhauer lo ve de otra manera. No considera la causa universal como un ser omnisciente y de infinita bondad, sino como un impulso o voluntad ciega. Esfuerzo eterno, anhelo incesante de satisfacción que sin embargo jamás puede ser alcanzada, es el rasgo esencial de toda voluntad. Tan pronto como se alcanza una meta anhelada surgen nuevas necesidades, etc. La satisfacción sólo puede ser siempre de cortísima duración. Todo el resto del contenido de nuestra vida es esfuerzo insatisfecho, esto es, descontento y sufrimiento. Si por fin se calma el impulso ciego, nos quedamos sin contenido alguno; un aburrimiento infinito inunda nuestra existencia. Por lo tanto, lo mejor relativamente es ahogar deseos y necesidades, exterminar la voluntad. El pesimismo de Schopenhauer conduce a la inactividad, su meta moral es la pereza universal.
De manera esencialmente distinta intenta Eduard von Hartmann fundamentar el pesimismo y utilizarlo para la ética. Hartmann intenta fundamentar su concepción del mundo sobre la experiencia, siguiendo una corriente favorita en nuestro tiempo. Quiere descubrir por la observación de la vida si en el mundo predomina el placer o el displacer. Hace desfilar ante la razón todo cuanto le aparece al hombre como bien o como felicidad para mostrar que, mirado más de cerca, toda supuesta satisfacción resulta ser ilusión. Es ilusión creer que la salud, la juventud, la libertad, la vida acomodada, el amor (placer sexual), la compasión, la amistad y la vida de familia, la autoestima, la honra, la fama, el poder, la religiosidad, la actividad científica y la artística, la esperanza de una existencia después de la muerte, la participación en el desarrollo cultural, son fuentes de felicidad y de satisfacción. Para una observación desapasionada todo goce trae al mundo mucho más mal y miseria que placer.
▼ miércoles, 17 septiembre, 2008
Rechazando la ley, la religión y la autoridad, la humanidad vuelve a tomar posesión del principio moral que se había dejado arrebatar a fin de someterle a la víctima y de purgarle de las adulteraciones con que las autoridades la habían envenenado y continúan envenenándolo. Buscamos la igualdad en las relaciones mutuas y la solidaridad que de ello resulta.Kropotkin
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