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El pensamiento ambientalista

A mediados de 1950 los esquimales no sabían qué era padecer cáncer. En los sesenta se encontraron trazas de plaguicidas en su organismo y empezaron a aparecer los primeros casos de esta enfermedad.

En las últimas décadas, los problemas de fertilidad en parejas jóvenes han aumentado progresivamente, y se ha producido una caída en picado del nivel de espermatozoides; al mismo tiempo, la tasa de cáncer de mama asciende de forma preocupante.

Algo está pasando en los mecanismos de reproducción sexual y gran parte del problema está relacionada con sustancias tóxicas provenientes de plaguicidas que permanecen en nuestros cuerpos. Es lo que se conoce como "disruptores hormonales", es decir, la combinación de sustancias químicas que en nuestro organismo pueden actuar como hormonas artificiales, alterando la reproducción.

Así lo destapó la bióloga Rachel Carson en Primavera Silenciosa libro que fundó las bases del ecologismo moderno.

Por primera vez se habló del peligro de usar DDT y otros productos químicos usados como pesticidas. Lo más alarmante no era únicamente su toxicidad, sino también su capacidad para persistir en los organismos por medio de la acumulación en los tejidos grasos.

Publicado por Pause Editar entrada contiene 2 comentarios.
  Anónimo

domingo, 07 septiembre, 2008  

“No se pone el acento sobre el estar-objetivado sino sobre el estar-enajenado, el estar-alienado, el estar-extrañado, el no-pertenecer-al-obrero, sino a las condiciones de producción personificadas, id est, sobre el pertenecer-al-capital de ese enorme poder objetivo que el propio trabajo social se ha contrapuesto a sí mismo como uno de sus momentos”.

Grundrisse

  Anónimo

domingo, 07 septiembre, 2008  

Dos principios son fundamentales en la superación de la crisis actual por la que pasa el planeta Tierra:

La sostenibilidad y el cuidado.

La sostenibilidad, asentada en la razón analítica, tiene que ver con todo lo que es necesario para garantizar la vida y su reproducción para las generaciones actuales y futuras.

El cuidado, fundado en la razón sensible y cordial, se refiere a los comportamientos y a las relaciones con las personas y la naturaleza, marcadas por el respeto a la alteridad, por la amorosidad, por la cooperación, por la responsabilidad y por la renuncia a toda agresividad.

Articulando estos dos principios podremos devolver equilibrio y vitalidad a la Tierra.

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