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Las postrimerías de la vida

La caída sigue una historia que va desde Rousseau (el hombre alejado de la Naturaleza inocente debido al prejuicio de la cultura), las Luces (el hombre apartado de su justo estado de Razón debido a la impostura), los Románticos (el hombre sacado del estado de inmersión en la Naturaleza primigenia debido al ejercicio impío de la razón) o los poetas simbolistas y las vanguardias (el hombre apartado de su poder Creador debido a su empecatado aburguesamiento) o Marx y Freud (el hombre apartado de su estado de justicia original debido a la enajenación del trabajo o al imperio del super-yo).

La caída es algo que me pasa dentro, en mi interioridad, cuando pierdo mi estado de justicia y reconciliación con algo original en mí.

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  Anónimo

miércoles, 18 junio, 2008  

Cierto cuento oriental habla de una mago muy rico que tenía numerosos rebaños de ovejas. Este mago era muy avaro. No quería contratar pastores, y no quería cercar los prados donde pacían sus ovejas. Las ovejas se extraviaban en el bosque, se caían en barrancos, se perdían, y sobre todo se fugaban cuando se aproximaba el mago, porque sabían que él quería su carne y su piel. Y a las ovejas esto no les agradaba.

Por fin, el mago encontró el remedio. Hipnotizó a las ovejas y les sugirió primeramente que eran inmortales, y que no les haría ningún daño el ser despellejadas, que al contrario ese tratamiento era excelente para ellas, y aun agradable; luego el mago les sugirió que él era un buen pastor que amaba mucho su rebaño, que estaba dispuesto a hacer toda clase de sacrificios por él; en fin, les sugirió que si llegase a suceder la menor cosa, eso no ocurriría en ningún caso ahora, ese mismo día, y que por consiguiente no tenían que preocuparse.

Después el mago les metió en la cabeza que de ninguna manera eran ovejas; sugirió a algunas que eran leones, a otras que eran águilas, y a otras que eran hombres o que eran magos.

Hecho esto sus ovejas no le causaron más molestias ni preocupación. No se escapaban más, esperando por el contrario con serenidad el instante en que el mago las esquilara o las degollara.

Este cuento ilustra perfectamente la situación del hombre.

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